Me he dado a desnudarte,
para dejar de tenerte,
porque así voy descubriendo
con mis manos,
poco a poco,
el desorden de tu cuerpo.
Porque necesito una excusa,
varias,
una razón para convencer al subconsciente
de que ya no eres necesario.
Aunque siga respirando en tus cabellos,
aunque siga viviendo en tus labios,
en mi ceguera necia,
en mi tozudez infantil,
en esas tardes de verano
que para ti son de invierno
y que han vuelto al cabo de un año,
y que no te importan nada,
ni mis pies ni tus manos,
mientras yo continuo esta búsqueda
alrededor de tu cuerpo
desnudo,
que no habla ni piensa,
que solo espera,
Inerte,
que yo lo siga olvidando.
Fotografía de Elea Schmitter
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