Te veré, amor,
en la cena, en los sabores ácidos, en el olor a las frutas de tu tierra, en las
especies y en los colores de tus calles.
Te veré en el
mar salado.
Nadarás hasta
la orilla. Yo oleré a coco y tú me abrazarás para sostenerme en el atardecer. Y
el tiempo no pasará, se hará lento y cómplice.
Y ese puente
sabrá que te quise. Y la otra esquina, y la plaza, y la noche y nada podrá
llevarme de nuevo lejos, porque te veré desde cualquier distancia. Cuando te escondas,
cuando bailes, cuando duermas y en mis sueños.
Te veré en la
costa, en el desierto de Lima, en la música. Te veré donde quiera que vayas,
cuando regreses, cuando crezcas. Te veré, aunque no lo sepas.
Te veré de
Barrando a Miraflores, siempre tuyo, del Bulevar al Centro.
Caminaré a tu
lado en silencio. Me tendrás cerca, callado, muerto, invisible, reducido y
pequeño.
Te veré.
Te veré amor, aunque tú no puedas hacerlo.
Te veré amor, aunque tú no puedas hacerlo.
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