La
gente no es pendeja, los pendejo son los políticos cuando tratan de entender la
manera de votar de los venezolanos. Para mi Chávez (muerto y reencarnado para
siempre en una amalgama ideológica de puro marketing, propaganda de masas y
estética kitsch, llamado ahora chavismo)
no es más que una consecuencia necesaria tras cuarenta años de incompetente y
falsa democracia. Aunque me situó muy a favor de la primera mitad del segundo
mandato de Carlos Andrés Pérez, probablemente el único intento serio por
abortar el estado paternalista al que hemos estado sometidos de Simón Bolívar
para acá. Pero claro, esto lo digo ahora porque en aquel entonces yo era solo un
chamito que acompañaba a mamá, papá, tíos y padrinos, a reuniones políticas,
comandos de campañas y jornadas electorales, aunque fuera solo para ayudar a
cargar con los refrescos y el café.
La
gente vota por quien le da la gana. Evidentemente el control casi absoluto de
los medios de comunicación y unos vastos recursos económicos influyen requetemuchísimo
en los resultados electorales, pero esa influencia no lo es todo ni aplica en
todos los casos. De ser así, el chavismo nunca hubiera perdido el referéndum de
2007 y otros tantos procesos electorales a lo largo de estos últimos 14 años.
Así hemos visto como algunas gobernaciones y muchas alcaldías, además de varios
curules parlamentarios, han pasado del oficialismo a la oposición y de la
oposición al chavismo sin la menor complicación (algunos incluso sin necesidad
de proceso electoral).
Chávez
ganó holgadamente todas las elecciones a las que se presentó (menos una),
gracias al profundo amor que el pueblo le profesó, y no por sus logros sociales
que son, para cualquiera de a pie, bastante relativos y superficiales. Basta
con vivir en Venezuela para impregnarse de ellos o creer ciegamente en Chávez
para no verlos. La realidad social del país es deplorable y ese amor de ese
pueblo dignificado y visible, ha podido más que todo eso. Llamémosle
masoquismo, llamémoslo fenómeno social, demagogia, populismo, totalitarismo o
como sea, a la gente no le importa, la gente seguirá votando por quien quiera y
cuando quiera.
Gritar
fraude en este momento servirá solo para tres cosas: 1) malgastar energía, 2)
perder credibilidad (los mismos que ahora se quejan de los resultados, se
volverán a postular, se han postulado ya, o han ganado procesos electorales), y
3) promover la abstención dentro del sector opositor del universo electoral. Y
esto no me lo estoy inventando, es exactamente lo que ha ocurrido cada vez que
la oposición y sus representantes de turnos se han negado a reconocer
resultados electorales. Otra cosa son las irregularidades que se han cometido,
que evidentemente hay que denunciar y corregir.
Estoy
muy contento con los resultados obtenidos ayer, la oposición ha crecido y el
chavismo ha retrocedido. El margen que separa a ambos grupos es ahora mínimo y
eso ha de privar muchísimo en la manera de gobernar de Maduro y doña Cilia. Y por
supuesto, es un paso más en ese camino que hace tiempo emprendimos una buena
cantidad de venezolanos y que lidera desde hace un año o así, Henrique Capriles:
abortar un sistema falsosocialista, totalitario, poderoso y corrupto.
Ese fatídico
viaje desde los medios de comunicación hasta la opinión pública, hace cada vez
menos mella y eso, tarde o temprano se traducirá en una derrota para el
chavismo y en una oportunidad para la oposición.
O al
menos es como yo veo las cosas.
PD:
El título de este post es un homenaje a aquel extraordinario programa que
condujera Oscar Yanes.
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