Hoy
he comenzado un viaje de tres duros y largos días; una tarea titánica que será
recompensada, dios mediante, en noche vieja. Armado de paciencia y desde mi
humilde cocina, oficialmente, ¡hoy he empezado a hacer las hallacas!
La
hallaca es un plato navideño típico venezolano, cuyas raíces se remontan a la
Venezuela colonial, cuando los señores de la clase alta, daban a sus criados
las sobras de las ostentosas cenas de navidad, y estos las mezclaban con una
masa de maíz y la envolvía con hojas de árbol de plátano. Pero claro, eso fue
hace mucho tiempo, en la actualidad, en Venezuela, todo el mundo cena hallaca
en la noche de navidad y año nuevo. Se le acompaña de: una rebanada de pan de
jamón, una loncha de pernil de cerdo asado y ensaladilla de gallina, et voilà.
Día
1:
He
empezado por cortar la carne (de ternera y de cerdo en igual proporción), en
principio parece sencillo, pero es que hay que cortarla en dados muy pequeñitos,
como de un centímetro cúbico aproximadamente. Luego la he dejado macerando en
vino tinto hasta mañana.
También
corte toda la verdura (pimiento rojo y verde, ajo, puerro, cebollas, ajo
tierno, cebollín, perejil y apio, ingredientes que, dicho sea de paso, echan de
menos al ají dulce, que aquí en Málaga no se consigue). Al mismo tiempo he
preparado el aceite de onoto. El onoto o achiote, es una semilla de color rojo,
de sabor y olor muy característicos. Se hierve apenas el aceite con un puñado
de estas semillas, se deja enfriar, se cuela y listo, tenemos el aceite de
onoto, uno de los ingredientes más emblemáticos de nuestra querida hallaca.
Árbol de onoto |
Mañana
se guisa.
PD:
E título de este post es un homenaje a aquella famosa gaita del grupo Barrio
Obrero, que tanto recuerda al presidente Chávez.
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