29 de diciembre de 2012

¿Dónde queda la hallaca? II

En este recetario navideño improvisado en el que pretendo explicar cómo se elaboran las hallacas venezolanas, cabe destacar una cuestión. Y es que, el hacer hallacas es algo que va más allá de una receta laboriosa y una lista interminable de ingredientes. Es más bien un ritual que suele congregar a toda la familia y en el que, a cada cual se le asigna una labor determinada. Yo por ejemplo fui siempre el encargado de las hojas.
 Una hallaca es una orquesta, cada ingrediente debe escucharse al compas del otro, cada uno suena de una manera distinta, pero todos siguen la misma partitura. Una hallaca es una comunidad en donde todos son indispensables.

Día 2:
Hoy he comenzado sofriendo los aliños (o verduras), cortados ayer, con un buen chorro de aceite de onoto. Se sofríen a fuego lento hasta que reduzcan y estén bien cocidos, pero sin llegar a deshacerse.


Mientras tanto escurrí la carne que se estaba macerando en vino desde ayer y una vez listas las verduras, la incorporé removiendo con mucha fuerza. Le agregue vino tinto, aceitunas, más aceite de onoto y adobo, una especie muy típica en Venezuela. Siempre a fuego lento.


El resultado es un guiso con un olor muy especial y un color muy vivo. Mañana, último día, toca solo armarlas.

PD: E título de este post es un homenaje a aquella famosa gaita del grupo Barrio Obrero, que tanto recuerda al presidente Chávez.

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