Al volver a Puerto La Cruz, me esperaba
una tarde sombreada y crepuscular en su concurrido Paseo Colón. Después de un
especial reencuentro con antiguos compañeros de clase, me dediqué a realizar
las últimas visitas y despedidas, ya que mi recorrido continuaría por la ciudad
de Caracas.
Cruz del Paseo Colón. Puerto La Cruz, Venezuela |
Caracas capital. Caracas la de los
techos rojos, las colas y los centros comerciales. Caracas la de El Ávila y la
neblina, ¡qué recuerdos! Allí nos recibiría mi hermana, con ella pasaríamos un
día de lujo entre el Parque del Este (yo prefiero seguir llamándolo así),
Bellas Artes y el Parque Nacional El Ávila. Ávila, o sultana de Caracas, como
muchos le conocen, es la montaña más bella del mundo. Arropa la ciudad desde
sus 2.765 metros de altura (en su punto más alto), y da sombra y temperatura a
casi seis millones de almas.
Parque del Este. Caracas, Venezuela |
Ascenso a El Ávila por teleférico. Caracas, Venezuela. |
La relación de amor entre cada
caraqueño y El Ávila resulta difícil de explicar; parece que cuando nacen, se
le inyecta a cada uno, una porción de la espesa niebla y una bocanada de su
aire puro y virginal; Ilan Chester lo explica muy bien en su Cerro Ávila. Subimos a través del
sistema de teleféricos en un recorrido de aproximadamente media hora, hasta su
cima coronada por el exótico Hotel Humboldt, pieza arquitectónica sublime y
símbolo de la Venezuela pujante de los años ’50, souvenir perpetuo de la dictadura del General Pérez Jiménez, hoy inoperante
y plagado dicen, de animas y fantasmas.
Durante el recorrido, mi sobrina Gabrielita pudo contemplar toda Caracas |
Al día siguiente hicimos un tour por el
centro de Caracas, visitamos la casa natal de Simón Bolívar, el Museo Bolivariano,
la Plaza Bolívar, la Catedral de Caracas, la Plaza Caracas, el Teatro
Municipal, etcétera; luego cenamos en el Paseo Las Mercedes, centro comercial
en el que además encontré un sitio fantástico de libros de segunda mano y
películas imposibles, y la esplendida y hartamente recomendada chocolatería
Cacao.
El famoso mural de Zapata de la Universidad Central de Venezuela, homenaje a Caracas |
Mi último día en Caracas no transcurrió
en Caracas. Madrugamos muchísimo y conducimos tres horas hasta el Parque
Nacional Morrocoy, en Tucacas, estado Falcón. Allí pasamos un día entero de
playa de agua caliente, arena blanca y cientos de hermosos peces de colores. Al
atardecer tomamos cocada en Playuela y volvimos para pasar la última noche en
Venezuela.
Playuelita, Parque Nacional Morrocoy. Tucacas, Venezuela |
Volviendo a Caracas ;o) |
Al día siguiente tome un vuelo de
regreso a Málaga.
PD: El título de este post es un
homenaje a esa linda canción de Pablo Herrero y José Luis Armentero. Podéis
escucharla aquí ;o)
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