17 de octubre de 2012

Sin querer se hizo post (V)



Al volver a Puerto La Cruz, me esperaba una tarde sombreada y crepuscular en su concurrido Paseo Colón. Después de un especial reencuentro con antiguos compañeros de clase, me dediqué a realizar las últimas visitas y despedidas, ya que mi recorrido continuaría por la ciudad de Caracas.


Cruz del Paseo Colón. Puerto La Cruz, Venezuela
  
Caracas capital. Caracas la de los techos rojos, las colas y los centros comerciales. Caracas la de El Ávila y la neblina, ¡qué recuerdos! Allí nos recibiría mi hermana, con ella pasaríamos un día de lujo entre el Parque del Este (yo prefiero seguir llamándolo así), Bellas Artes y el Parque Nacional El Ávila. Ávila, o sultana de Caracas, como muchos le conocen, es la montaña más bella del mundo. Arropa la ciudad desde sus 2.765 metros de altura (en su punto más alto), y da sombra y temperatura a casi seis millones de almas.


Parque del Este. Caracas, Venezuela

Ascenso a El Ávila por teleférico. Caracas, Venezuela.

La relación de amor entre cada caraqueño y El Ávila resulta difícil de explicar; parece que cuando nacen, se le inyecta a cada uno, una porción de la espesa niebla y una bocanada de su aire puro y virginal; Ilan Chester lo explica muy bien en su Cerro Ávila. Subimos a través del sistema de teleféricos en un recorrido de aproximadamente media hora, hasta su cima coronada por el exótico Hotel Humboldt, pieza arquitectónica sublime y símbolo de la Venezuela pujante de los años ’50, souvenir perpetuo de la dictadura del General Pérez Jiménez, hoy inoperante y plagado dicen, de animas y fantasmas.


Durante el recorrido, mi sobrina Gabrielita pudo contemplar toda Caracas


Al día siguiente hicimos un tour por el centro de Caracas, visitamos la casa natal de Simón Bolívar, el Museo Bolivariano, la Plaza Bolívar, la Catedral de Caracas, la Plaza Caracas, el Teatro Municipal, etcétera; luego cenamos en el Paseo Las Mercedes, centro comercial en el que además encontré un sitio fantástico de libros de segunda mano y películas imposibles, y la esplendida y hartamente recomendada chocolatería Cacao.


El famoso mural de Zapata de la Universidad Central de Venezuela, homenaje a Caracas


Mi último día en Caracas no transcurrió en Caracas. Madrugamos muchísimo y conducimos tres horas hasta el Parque Nacional Morrocoy, en Tucacas, estado Falcón. Allí pasamos un día entero de playa de agua caliente, arena blanca y cientos de hermosos peces de colores. Al atardecer tomamos cocada en Playuela y volvimos para pasar la última noche en Venezuela.


Playuelita, Parque Nacional Morrocoy. Tucacas, Venezuela

Volviendo a Caracas ;o)

Al día siguiente tome un vuelo de regreso a Málaga.


PD: El título de este post es un homenaje a esa linda canción de Pablo Herrero y José Luis Armentero. Podéis escucharla aquí ;o)

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