7 de octubre de 2012

Sin querer se hizo post (IV)



Nuestro único domingo en Margarita comenzó coronándose, una vez más, con un baño de criollismo en el emblemático Mercado de Conejeros en la ciudad de Porlamar, centro urbano y comercial más importante de la isla. Allí desayunamos unas exquisitas empanadas, bautizadas estas con unas espectaculares salsas de maíz, ajo o queso, y acompañadas de unos auténticos zumos naturales.
   
Desayuno criollo en el Mercado de Conejeros
  
De allí tomamos carretera rumbo a Punta Arena, uno de los puntos más occidentales de la isla y sede de una naturaleza exquisita, una arena muy blanca y un mar, como siempre, provocativo. Después de varias horas remojados en esta hermosa playa, y con la inminente tormenta que encima literalmente de nuestras cabezas, amenazaba con castigar, iniciamos nuestra vuelta pero esta vez recorriendo en coche todo el borde de la isla, completando una vuelta entera al volver a casa al final de la tarde.

Típica venta de coco frío en Punta Arena

 Una primera parada fue hecha en un increíble mirador montañoso, desde el que se podía avistar una hermosa bahía, la que alberga uno de los hoteles más importantes y emblemáticos de Isla Margarita, el hotel Hesperia. Nuestra siguiente parada seria necesariamente gastronómica, en la playa más famosa y concurrida de toda la isla, Playa El agua.

Hotel Hesperia. Isla de Margarita, Venezuela.

Su fama la debe en parte a su extensión, 4 kilómetros de palmeras, chiringuitos, restaurantes, tiendas y arena que se abren a una incalculable masa de turistas y locales que cada fin de semana colman buena parte de su longitud. En el restaurante Aguadulce nos sirvieron un supremo pollo con pistachos y salsa de tomates secos que, a día de hoy, todavía recuerdo.

Playa El Agua. Isla de Margarita, Venezuela.

 Nuestra última noche terminó con un recorrido exprés a los gigantescos centros comerciales margariteños: el Sambil y Parque Costa Azul. (Continuará).


PD: El título de este post es un homenaje a esa linda canción de Pablo Herrero y José Luis Armentero.

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