La siguiente playa fue Puinare, también
en el Parque Nacional Mochima, desde la isla podían verse pasar los ferrys
rumbo a Margarita, y decenas de peñeros cargados de bañistas ansiosos por
conocer todas las pequeñas islas de la región. Otro inolvidable día de sol y
agua salada.
Puinare, Parque Nacional Mochima. Puerto La Cruz, Venezuela |
Al día siguiente sería yo quien iría a
bordo de uno de esos ferrys; un viaje de tres horas en barco hasta la Isla de
Margarita, también conocida como la perla
del Caribe, no en vano porque los puestos de los artesanos están repletos
de estás, con ellas fabrican collares, pulseras, pendientes, souvenirs, etc., y
están por todos lados.
Al llegar me esperaba un buen grupo de
familiares. Los días siguientes fueron un sinparar de cosas. Primero fue Playa
Juventud en Pampatar, Punta Ballena, Castillo de San Carlos Borromeo, Rincón de
las empanadas y Valle del Espíritu Santo para terminar en el centro de Porlamar,
a tiempo para reencontrarme con una vieja amiga y para visitar El mundo del
chocolate, un pequeño supermercado en el que solo hay chocolates, dulces y
golosinas de todas las clases y de todas partes del mundo. El día en realidad
terminó con un baño nocturno en la piscina.
Salinas de Pampatar. Vistas desde Punta Ballena. Isla de Margarita, Venezuela |
Al día siguiente, habríamos de tomar un
barco hasta la no menos encantadora Isla de Coche; aunque el viaje, de
aproximadamente 40 minutos, fue un poco violento porque el mar estaba bastante
revuelto, valió la pena pues nos recibieron kilómetros de arena blanca y mar
azul, un sol inclemente eso sí, pero un agua tibia y transparente como para no
salir en todo el día de su removedores brazos.
Punta blanca, Isla de coche, Venezuela |
Por la tarde y ya de regreso en
Margarita, vimos la puesta de sol más bonita del mundo, esta ocurre cada tarde
en la ciudad de Juangriego, al norte de la isla, el cielo destila una cantidad
de colores impresionantes y la gente se amontona en el Fortín de la Galera,
solo para cautivarse con el último momento de luz. Y en verdad es cautivador. (Continuará)
Atardecer en la Bahía de Juangriego. Isla de Margarita, Venezuela |
PD: El título de este post es un
homenaje a esa linda canción de Pablo Herrero y José Luis Armentero.
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