Para quien está acostumbrado a la Tierra, vivir entre las nubes puede suponer la aventura más grande de su vida, y aunque pueda sonar
fantástico, en efecto, vivir ahí arriba, en medio de millones de partículas de
agua suspendidas, caminar a través de ellas hasta nublarse la vista y encogerse
el corazón, es totalmente real. Lo viví y aun lo vivo cuando cierro los ojos y
viajo hasta los días en que hice de Lima mi hogar y a Teresa, Andrés y a
Ariana, mi familia. Los cazadores de nubes, los atrapanieblas de las montañas
que me enseñaron el arte de cosechar el agua y de valorar y darle el sentido
vital, que muchos ya han olvidado.
Mi estancia en Perú se dividió en dos partes. Durante las
primeras semanas me dediqué a la investigación y a la documentación; realicé
entrevistas y conocí a muchísima gente que de alguna u otra forma, dejó en este
proyecto su granito de arena, o mejor dicho, su gota de agua. Sabía que quería
hacer un documental, pero no tenía ni idea de cuál sería mi historia y por dónde
debía comenzar a contarla. Pero las nubes despejaron mi mente y pronto encontré
lo que ni siquiera sabía estaba buscando. No solo di con los atrapanieblas,
sino que me encontré a mí mismo en ellos, y, diré incluso más, me convertí en
uno. Esta es mi historia.
Durante la segunda fase de mi estancia en Lima, me dediqué a grabar, a dibujar con mi cámara la historia que había nacido en mí. Escribirla, planificarla, rodarla y contarla, se había convertido, entre limones, ajíes y picarones de miel, en una necesidad. Terminarla es ahora todo un reto. Un documental llamado Atrapanieblas, en reconocimiento a todos los cazadores de sueños asentados en Lima, que recogen el agua de las nubes mientras esperan que la ciudad, el país o el destino, cumplan su promesa de un mundo más justo, donde no existan, por ejemplo, solo en la capital del Perú, más de dos millones de personas sin acceso al agua. Terminarlo, es desde hace mucho tiempo, uno de mis grandes sueños y principal objetivo de vida.
Durante la segunda fase de mi estancia en Lima, me dediqué a grabar, a dibujar con mi cámara la historia que había nacido en mí. Escribirla, planificarla, rodarla y contarla, se había convertido, entre limones, ajíes y picarones de miel, en una necesidad. Terminarla es ahora todo un reto. Un documental llamado Atrapanieblas, en reconocimiento a todos los cazadores de sueños asentados en Lima, que recogen el agua de las nubes mientras esperan que la ciudad, el país o el destino, cumplan su promesa de un mundo más justo, donde no existan, por ejemplo, solo en la capital del Perú, más de dos millones de personas sin acceso al agua. Terminarlo, es desde hace mucho tiempo, uno de mis grandes sueños y principal objetivo de vida.
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