Después
del cierre de Megaupload, me he detenido a leer comentarios y reclamaciones de
cualquier cantidad de personas, en cualquier cantidad de webs, redes sociales,
foros, prensa, etcétera. Todo lo que veo en ellos es una gran ira que se
fundamenta en la indignación. Sentimientos adversos, radicales y reaccionarios
ante lo que parece ser un gran cambio en el mundo on line; que básicamente se resume en lo gratuito vs. lo pago.
Intentos
para remediar el asunto, como SOPA y Sinde, no son perfectos, arrastrarían
daños colaterales, no demasiado justos para con terceros involucrados. Pero son
buenos intentos para remediar el problema de piratería que desde hace años
viene arrastrando Internet. Aunque estoy casi seguro que muy difícilmente
lleguen a aprobarse.
Y
es que detrás de cada archivo descargado o intercambiado gratuitamente, hay una
gran cantidad de gente que ha dedicado muchas horas de trabajo en idear y crear
un producto, y que no está percibiendo ninguna ganancia por ello (al menos en
la descarga). Que conste que soy el primero en descargarse todo lo que puede de
Internet, pero estoy conciente de que ello, al menos moralmente, no es
correcto, y que tarde o temprano la realidad nos alcanzará y terminaremos
pagando por toda esa infinita cantidad de productos que normalmente disfrutamos
amparados en una “justa gratuidad”. A día de hoy existe toda una generación (en
la que me incluyo) perfectamente formada bajo el formato Internet=gratis, cuyas
mentalidades, por tradición o historia, son y serán bastante complicadas de
cambiar.
Megaupload,
por ejemplo, se beneficiaba del trabajo de otros, es cierto que prestaba un
servicio bastante útil que nos ha sacado de apuros en más de una ocasión, pero
el verdadero trafico de este site, el
que de verdad dejaba dinero en los bolsillos de sus dueños, estaba relacionado
con otro tipo de archivos que en nada tienen que ver con los posibles
documentos que yo o alguno de vosotros necesitase subir o intercambiar en
alguna ocasión, sino con una industria cultural cada vez más sentida. Megaupload
a estado propiciando la piratería a toda conciencia.
Su
formato, ha funcionado durante algún tiempo, tal y como lo he discutido con
algunos compañeros universitarios, ha servido también para que nuevos y desconocidos
artistas se hayan podido dar a conocer, cuando ninguna productora o editorial
habría apostado nada por ellos. Pero el mercado, sobre todo el mercado libre en
el que se está librando esta batalla, tiene la particularidad de regularse a sí
mismo. Quizás sea eso lo que este comenzando a ocurrir.
La
piratería lo que en realidad ha estado haciendo estos últimos años, ha sido reivindicar
a la industria fuerte y reduciendo a la emergente o independiente, a una
industria cada vez más débil y sesgada de posibilidad alguna de mercado y de
éxito. El cine Indie ha adquirido un auge importante en las últimas dos décadas
gracias a que mecanismos como el de Megaupload lo volvieron accesible. Pero no
será este mecanismo el que le permita sobrevivir, crecer y en definitiva,
financiar más películas. Con aplausos, admiración y buenas críticas no se cubre
ningún presupuesto cinematográfico. Hollywood, al menos por ahora, puede asumir
las perdidas que la piratería pueda propinarles, pero el cine independiente no.
Ambos formatos de producción no compiten a igualdad de condiciones en la vida
real, pero tampoco lo hacían en Megaupload.
Por
otra parte, la manera de “consumir” ha estado cambiando desde hace algunos
años, por lo que, la manera de “comercializar” debe también hacerlo. La
industria se ha quedado atrás mientras nososotros nos hemos aburrido haciendo
clicks. Una artista muy conciente de ello es Mónica Naranjo, quien ha llegado a
afirmar que “ya no merece la pena grabar discos”. Para muestra, sus últimas
producciones se han centrado más en el espectáculo en directo, único e
irrepetible, que en la manufactura en serie de un producto que, salvo los
miembros de su club de fans, nadie comprará. De hecho su última producción
musical no ha tenido hasta ahora una edición compacta, ni la tendrá su próximo
proyecto.
Así,
todo se resume en una cuestión darwinista, en la que solo aquellos que sean
capaces de adaptarse al nuevo medio, sobrevivirán (nunca mejor dicho en el caso
de Mónica). Lo mismo esta pasando en el mundo editorial, los colosos de las
letras están entendiendo cada vez mejor que los eBooks son el futuro, que esta
realidad ya esta causando estragos en el mundo periodístico y que seguramente
los próximos en la lista podrían ser ellos.
Creo
que el cierre de Megaupload era una irrupción necesaria en un sistema que,
entendido por ambas partes del conflicto, no podía continuar funcionando de esa
manera indefinidamente (ni las productoras, editoriales y casas disqueras
pueden seguir aspirando que paguemos cifras desorbitadas e irreales por sus
productos, ni podemos aspirar a que estos productos nos sigan siendo
suministrados de manera gratuita). Es verdad que los Bárbaros dejaban muerte,
hambre y desolación a su paso por Roma, pero también aportaban cultura y
aprendizaje, creaban romanos más fuertes, con estrategias y herramientas de guerra
más avanzadas, de manera que, en adelante, estuvieran preparados no solo para
repeler otra posible invasión bárbara, si no para convertirse ellos mismo en
invasores-triunfadores. Dicho de otro modo: lo que no te mata, te hace más
fuerte.
La
verdadera discusión en este momento, debería de centrarse en, cómo generar
mecanismos que, por una parte logren disminuir las insólitas brechas entre
productor y artista, y entre distribuido y público (aquí hay que acotar que
normalmente, productor y distribuidor suelen llevar el mismo apellido). Por
ejemplo, ¿merece la pena proyectar una película cuando solo hay dos o cinco
personas en la sala? Aunque estas hayan pagado el precio más alto que un cine
se pueda permitir cobrar, nunca será más beneficioso que agotar todas las
entradas, expedidas estas por un tercio o un cuarto menos de su valor
“original”. Para llegar a este punto, obviamente uno de los primeros pasos que
debían de darse era el cierre de Megaupload, y en el futuro, de similares.
No
sé si esta sea la mano invisible de Adam Smith, la que esté tratando de poner
cada cosa en su sitio, pero de lo que si estoy seguro es que ni la industria ni
las audiencias deberían de volver a funcionar como en otrora, más que nada por
una cuestión evolucionista, pero tampoco deberían hacerlo de la manera cuasi
anárquica de estos último años.
Alex
de la Iglesia dijo “el futuro es Internet”, pero me temo que no es exactamente
eso lo que está en discusión, sino, la manera de asegurar la rentabilización de
la industria tanto en Internet como fuera de él, tanto para los grandes como
para los pequeños. Más que nada, por aquellos que como yo, todavía prefieren
ver la película en el cine que en la casa. Por decir algo.
PD:
El título de este post y es un homenaje a la película de Oscar Selznick de
1939… Si Oscar Selznick.
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