Cuanto se ha dicho de la visita del Papa y de las benditas jornadas mundiales de la juventud, que a mi personalmente me importan un pepino, no soy católico y nunca lo seré, y podría enumerar ahora mismo una lista de miles de razones por las que no serlo. Pero eso no es lo que vengo a decir.
Indistintamente de que seamos ateos, laicos, practicantes de otras religiones, de izquierdas o de derechas, o lo que fuese, antes que nada debe privar el respeto y la tolerancia. Creo que hay cosas más graves que la iglesia esta haciendo y de las cuales no decimos nada, ni marchamos ni nos concentramos en las calles ni nada parecido.
El ruido que se ha generado en blogs y prensa durante estas últimas semanas, me ha llevado a escuchar, oír o leer cosas insólitas como que la visita papal significaba un golpe de estado; y así por el estilo, un largo recital de razones sin fundamento muy fáciles de derogar y que además no van a ningún lado, ni persiguen nada, más que alimentar el ego de los laico radicales obsesionados contra la iglesia.
Reflexionando un poco sobre el asunto, he llegado a la conclusión de que nuestro verdadero problema, ciudadanos todos de esta nación: es la doble moral. Hoy nos oponemos a la visita del Papa y a la celebración de las JMJ o como se llamen, porque exigimos un estado laico, porque exigimos el no uso de fondos públicos para actos religiosos/privados y etc., una larga lista de razones aparentemente blindadas. Pero nunca he visto a nadie promulgarse en contra de los días de fiestas religiosos, como el que se celebra este mismo 15 de agosto en todo el reino español, tampoco nadie dice nada del empleo de fondos públicos para la celebración de fiestas y ferias como la que se está celebrando ahora mismo aquí en Málaga, tampoco nadie se quejó de la celebración y el recibimiento que se le hizo a la selección de futbol después de ganar la copa del mundo el año pasado (bien merecida por cierto), ni hubo ruido alguno cuando se presentaron las candidaturas para las sedes de los juegos olímpicos, mundial de futbol y Eurocopa, eventos que si bien suponen ganancias a muy largo plazo, también implican grandísimas inversiones en el presente.
En conclusión, vivamos y dejemos vivir. Todos tenemos derecho a expresar nuestra fe y nuestro amor, por Dios, por el futbol, por las fiestas o por lo que fuere. En este mundo todos cabemos, es fácil, respetemos y toleremos.
PD: El título de este post es un homenaje a la obra teatral de William Shakespeare, saludos a Kenneth Branagh.
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